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Inka en Chile

Inka en Chile

Inka en Chile 1470 - 1536 d.C.

(Período de Influencia Inka)

Ambiente y Localización

El Tawantinsuyu, nombre dado por los inkas a su imperio, comprendía cuatro grandes provincias o suyus que dividían el territorio a partir de su capital, el Cuzco. Hacia el norte estaba el Kuntisuyu, hacia el este se encontraba el Antisuyu, hacia el oeste el Chinchasuyu, mientras que al sur, los territorios que actualmente comprenden parte de Bolivia, el noroeste de Argentina y Chile hasta más al sur del río Maipo, formaban el Kollasuyu.

Economía

El principal interés del Inka por el territorio chileno radicaba en su riqueza mineral. La explotación de estos recursos mineros se llevó a cabo a través del sistema inkaico de mita o trabajo por turnos que debían servir las distintas comunidades sujetas al Imperio. Esta especialización también requirió de una intensificación de la producción agrícola y ganadera local, para así sustentar a los especialistas en la extracción de minerales. En la zona central de Chile se explotaron el oro y la plata, mientras que en norte árido y semiárido fueron los minerales de cobre, que en su mayoría eran trasladados en bruto hacia los centros metalúrgicos especializados del noroeste argentino, aunque existieron también centros de fundición y producción de herramientas en el territorio nacional.

Arte

Los textiles fueron uno de los recursos básicos del Estado, utilizados como símbolos de posición social, regalos políticos y en ofrendas. La vestimenta se diferenciaba por género y estatus. Los textiles inkaicos en el Kollasuyu combinaron la estética del Tawantinsuyu con los cánones tradicionales de la región. Lo mismo ocurrió con la cerámica ya que su producción local se mantuvo, recibiendo a veces las influencias estilísticas estatales, especialmente en las formas de las vasijas. En algunos casos, cerámica imperial Inka fue regalada a personajes locales de alto rango, en retribución a sus servicios al Estado y como parte de una tradicional política de reciprocidad. Los metales tuvieron un valor sagrado para los inkas, pues fueron un medio que vinculaba el mundo sobrenatural con la identidad social, el prestigio y el poder. Con oro y plata se manufacturaron finos adornos reservados para los personajes de alto rango y para el culto, mientras que el bronce era de acceso más popular y se usaba también para fabricar herramientas. Por su parte, el arte rupestre incorporó nuevos estilos. En el norte los característicos diseños de camélidos esquemáticos se convierten en la iconografía más común, aunque también aparecen representaciones de maquetas tridimensionales de campos de cultivo y canales de regadío. Hacia la zona central del país proliferan los grabados de figuras geométricas, similares a los motivos que decoran la cerámica Inka o de su influencia.

Organización Social

Las distintas sociedades que habitaban el Kollasuyu a mediados del siglo XV se organizaban en Señoríos con distintos grados de complejidad social, con dirigentes locales a cargo de pequeños territorios. El nuevo orden político implicó la división de los valles en mitades, cada una de las cuales obedecía a una autoridad distinta. Este tipo de organización socio‐política dual en muchos casos tenía antecedentes previos en la región, sin embargo, fueron los Inka quienes profundizaron y otorgaron más jerarquía a este sistema típicamente cuzqueño. Durante el régimen del Tawantinsuyu existió una fuerte especialización del trabajo, que se traducía en un sistema de mita u obligación de cumplir turnos de servicios al Estado.

Culto y Funebria

El Inka fue un estado teocrático, ya que su vida social y económica estaba regida por sus creencias. Sus deidades mayores eran Wiraqocha (creador), Inti (sol) y Killa (luna), además de un vasto panteón compuesto por cuerpos celestes, fenómenos naturales, cerros y todo tipo de rasgos del paisaje; los antepasados eran también respetados y venerados. El Inka estableció su dominio especialmente por medios simbólicos, reasignándole nuevos valores sagrados a los antiguos lugares de culto de la población local. Ello puede observarse a través de la arquitectura imperial y principalmente en los rituales de capacocha que llevaron a cabo en las cumbres de las altas montañas andinas del territorio bajo su dominio y, que a veces, incluían sacrificios humanos. La religión cuzqueña se impuso con fuerza, modificando la de la población local, de modo que la antigua tradición chamánica fue siendo reemplazada por un culto estatal, mucho más establecido y dirigido por sacerdotes.

Patrón de Asentamiento

La arquitectura Inka fue utilizada como medio para dominar y transformar el espacio, expresando poder y dominación a lo largo del Tawantinsuyu. Se la reconoce por sus cánones geométricos ortogonales, el predominio de sólidas edificaciones rectangulares, imponente altura y acabadas terminaciones de fina mampostería. Son características las puertas, ventanas y hornacinas de formas trapezoidales. Los asentamientos se componían de un gran espacio rectangular delimitado por muros, llamado kancha y en su interior se adosaban recintos con diversas funciones, dejando un área central a modo de plaza, hacia donde se orientaban las entradas. Para levantar los muros ocupaban piedras y adobe con extraordinaria maestría. Los techos eran construidos a dos aguas, con vigas de madera y techos de barro y paja. Entre las edificaciones destacaban las kallankas por su gran tamaño. En lugares aireados construían kollkas, depósitos dotados con sistemas de ventilación para la conservación de alimentos. El ushnu era una plataforma ritual, dotada de gran valor ideológico. El vasto territorio del Tawantinsuyu fue unido por el Capac Ñam o Camino Inka, el que incluía complejas obras de ingeniería como puentes y escalinatas; los tambos, ubicados a intervalos regulares a lo largo del camino, servían como postas y se componían de habitaciones y corrales. En Chile, los asentamientos inkaicos suelen encontrarse separados de los locales, revelando una intención de diferenciarse de la población. Poco más al sur de Santiago, existen tres pukara (Chena, Chada y Cerro Grande de la Compañía), ubicados estratégicamente en colinas con excelente vista a los valles, que sirvieron de fortificaciones y a la vez como emblemas de la autoridad Inka. Estos sitios marcan la frontera sur que alcanzó el Tawantinsuyu y reflejan también las situaciones de conflictos limítrofes que debieron existir con las poblaciones locales.

Historia

Cuentan las crónicas que hacia 1471 correspondió a Topa Inka Yupanki extender su dominio sobre el Kollasuyu, hasta el sur del río Aconcagua. Luego, su hijo Wayna Kapac terminó de fijar la frontera austral del Tawantinsuyu al sur del río Maipo. En su conquista de tierras chilenas el Tawantinsuyu se encontró con variadas sociedades locales, que los arqueólogos han denominado de norte a sur como : Aricas, Tarapacás, Atacameños, Copiapoes, Diaguitas y Aconcaguas. La dominación se sustentó en el hábil manejo de la reciprocidad andina, aunque el proceso no estuvo exento de conflictos bélicos. En el Norte Semiárido, el Imperio encontró grandes aliados en la sociedad Diaguita, quienes actuaron al servicio de la expansión hacia las regiones vecinas, ampliando así la influencia de su propia cultura por una vasta región. A mediados del siglo XVI, los pueblos locales vieron llegar las huestes de nuevos colonizadores, venidos desde el continente europeo, cuyo impacto terminó por devastar a estas culturas ancestrales.